Puntuación: ☆ ☆ ☆
El cuento de La Bella y la Bestia ha sido siempre uno de mis favoritos. Lo tiene todo para encantarme: magia, un toque oscuro, un amor verdadero y una interesante evolución psicológica en los personajes, sobre todo en la Bestia, pues siempre es transformado como escarmiento a su comportamiento.
Éste libro cuenta
con todo ello, solo que con una pincelada contemporánea.
Kyle Kingsbury es
un joven estudiante en una escuela exclusiva y elitista de Nueva York. Él es
guapo, rico, hijo de un padre famoso, y todos esos detalles contribuyen a
convertirlo en uno de los populares destacados. Él sabe con seguridad lo que
vale, lo importante y fantástico que es, y camina por la vida dando a entender
al resto del mundo lo asumido que lo tiene. Por tanto, no repara en
sentimientos ajenos y es un completo egoísta, mirando siempre hacia su propio
disfrute. Pero además de todo eso, es cruel por el placer de serlo. Nunca
pierde la oportunidad de menospreciar a nadie ni tampoco busca excusas para
hacerlo. Denigra por el placer de denigrar. Y cualquiera que sea menos perfecto
que él –el 99% del mundo- encaja en el perfil de objeto de burlas, ya sea por
asuntos estéticos, económicos o alguna pequeña imperfección notoria.
Sin embargo,
ofender a una bruja tiene sus consecuencias… Y termina convirtiéndose en una
bestia. Esto supone un duro golpe para él. Su belleza, su puerta al mundo, ha
sido reemplazada por una bestialidad que le hace huir de su propio reflejo.
Pero lo que es más desalentador es la solución que le plantea la bruja para
romper el hechizo: un beso de amor verdadero. ¡Y antes de que se cumplan dos
años desde su transformación! Imposible… ¿O no?
Kyle tendrá
tiempo para reflexionar, para encontrar en él cualidades en las que jamás
habría reparado de seguir siendo guapo y absolutamente superficial. Simplemente
tiene la oportunidad de conectar con su yo interior, alguien que siempre había
quedado relegado a un segundo plano, eclipsado por su deslumbrante imagen. Se
apoyará en sus rosas, que plantará con esmero en un invernadero para poder disfrutarlas
incluso en la crudeza del invierno. Se sentirá protector de ellas, y las
cuidará con mimo, convirtiéndose éstas en una parte importante de su nueva existencia.
Por otro lado, también aprenderá a disfrutar con la lectura, algo que se
convertirá en su puerta al olvido, al olvido de su nueva forma de vida, al
escape de su propia maldición, a la comprensión inclusive, porque los libros
que al principio escoja compartirán un patrón lúgubre y oscuro. Tratarán de
personajes inadaptados y distintos como él; libros como El jorobado de Notre Dame, Frankenstein
o El fantasma de la Ópera.
Lo que más me ha
gustado del libro es su narrativa bonita y amena, el proceso de evolución
psicológica de Kyle, muy convincentemente planteada, y también el acceso libre a su mente, a su visión del cuento. Me ha encantado bucear en su mente
y poder saber a cada instante lo que piensa. Por otro lado, las conversaciones
de chat con otros desgraciados transformados también me resultaron divertidas y
entretenidas.
Lo que menos me
ha gustado es la protagonista femenina y el que la historia siga casi a
rajatabla el patrón planteado por Disney.
La protagonista femenina es sosa. Le falta chicha. Le falta carácter, chispa.
Es demasiado seria, demasiado pasiva, demasiado predecible. Me ha parecido
bastante simple. Y en cuanto a explicar lo de Disney… El que lo lea lo comprenderá. Se llegan a situaciones a
partir de la misma causa, aunque varíen un poco los motivos de la misma. Y hay
escenas que son réplicas de la peli de dibujos, solo que adaptadas a esta
época.
LIZZIE VILLKATT
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