Puntuación:☆☆☆☆
Julianne
Bradley y su carácter dulce y amable ofrecen una novela con una
profundidad sentimental que no se aprecia en las anteriores entregas
de la saga. Es posible que al principio se crea que la bella heredera
no puede ofrecer mucho, que se la atisbe como un poco sosa (y hasta
ñoña), pero lo cierto es que tiene un corazón tan inmenso y puro
que es imposible no dejarse derrotar por su recatado encanto.
Por
otro lado, Gideon Mayne es un hombre curtido por sus orígenes
humildes y un entorno duro dónde ha tenido que vérselas con toda
clase de calaña de los barrios bajos. De hecho, su mismo padre no es
más que un vulgar carterista que cree que su hijo se equivocó al
escoger lo que él llama “el lado equivocado de la ley”, pues
Gideon eligió primero servir en el ejército y más tarde se hizo
detective de Bow Street.
Nuestro
protagonista, sólido, duro, imbatible y disciplinado, supondrá el
contrapunto perfecto que equilibre el mundo de hadas de Julianne y su
frágil y delicada constitución de princesa. El pronunciado
contraste entre ellos, que son como el día y la noche, hará que la
relación sea intensa, chispeante, y muy muy tierna. Porque Gideon es
un hombre colmado de virtudes, las cuales ha tenido que mantener
lejos de la tentación de ser contaminadas con toda la mediocridad e
inmundicia que lo han rodeado desde pequeño. Gideon es un hombre con
principios, con un riguroso código de honor, dotado de fortaleza,
inteligencia y autodominio. Sin embargo, y aunque se somete ante la
dulce Julianne, me gusta el que jamás deje de ser el hombre que es
en esencia. Una de las cosas que más detesto en una novela es que se
me presente un héroe vigoroso y duro y que ante la protagonista se
reduzca a un enclenque chihuahua que ladra feliz mientras le ajustan
un lacito rosa en torno al cuello... ¡INAGUANTABLE! Pero no es un
error que se produzca con esta autora... Tanto Julianne como Gideon
no dejan de ser nunca lo que son a pesar de que evolucionan sus
formas de ser en acorde de un sentimiento mutuo y hermoso: el amor.
Puede
que suene a argumento trillado: héroe fornido y plebeyo se enamora
de la sofisticada e inalcanzable princesita. Sin embargo, los
personajes trascienden los moldes estereotipados y cobran una
palpable dimensión que los convierten en seres de carne y hueso: con
sueños, un pasado y un legado de la experiencia totalmente propios.
Está es la tercera crítica que hago sobre un libro de la misma
autora, y tal y como es habitual, sus personajes son algo que siempre
elogio, puesto que tienen un encanto y una fuerza singulares, y puesto que resulta fácil empatizar con ellos.
Tal
y como mencioné, ésta es una novela tiene una intensidad que no he
disfrutado en otras de las novelas de D'Alessandro. Aparte del
evidente romance, la novela recurre constantemente entorno a una
meta: superarse a uno mismo. Julianne tendrá que poner en balanza
muchas cosas, valorar cada aspecto de su vida y dudar de todo cuanto
la rodea. Deberá elegir entre luchar contra toda una vida
planificada, desafiar todas las convicciones que le han obligado a
adoptar desde su más tierna infancia, dar la espalda a su pasado y
tener el valor de salirse de las cuidadosas planificaciones que
habrían de construir su futuro. Tendrá que renunciar a todo lo que
ha conocido y tener la audacia de obedecer los impulsos de su corazón
y apostar por la felicidad sumergiéndose en un destino incierto, tan
enemigo de su inalterable estilo de vida.
¿Cuánta
fuerza latirá bajo el menudo y pequeño cuerpo de Julianne? ¿Cuánta
rebeldía rezumará bajo sus máscara de impecable corrección?
¿Cuánta perseverancia ocultará bajo su obediencia? ¿Cuánto valor
podrá llegar a tener a pesar de su protegida existencia? ¿Qué
sacrificios serán los que escoja? ¿Cuánto amor será capaz de
sentir su corazón, comprometido siempre con el legado de su
privilegiado nacimiento?
PUNTOS
POSITIVOS:
- La caracterización de los personajes y el perfecto modo en que encajan y se complementan.
- Una ternura y profundidad más trabajada y lograda en contraste a lo que nos tiene acostumbrados la autora.
- El suspense está notoriamente mejor manejado y resuelto. La trama de misterio y de romance se entrelazan perfectamente, eludiendo el hecho de que parezcan dos acciones aisladas que se unen en un caótico y tópico final, tal y cómo me pareció en la anterior novela. Supongo que el planteamiento y el seguimiento coherente del romance y el misterio se debe a la necesidad de dar vida a Gideon y su faceta detectivesca. En cualquier caso, se ha llevado mucho mejor que en las anteriores novelas de la saga.
- El ideal romántico que representa la historia.
PUNTOS
NEGATIVOS:
- La relación entre los condes de Gatesbourne y Julianne no se resuelve como es debido. Es un asunto importante que queda en el aire y que creo firmemente que merecía ser tratado. Creo que la libertad de Julianne no puede ser completa hasta que se enfrente a sus padres... Fue una decepción que se eludiera esa confrontación. Una gran cagad*.
- La segunda pega también está relacionado con cuestiones familiares.... de Gideon Mayne. La autora da al padre de Gideon un protagonismo insípido, y siendo éste símbolo de su pasado, la historia de su vida termina por saberse de manera muy vaga. Creo que la aparición de Jack Mayne debería haber sido más trascendente y reveladora.
CONCLUSIÓN:
Una
encantadora novela que se hace eco de los cuentos de hadas. Contiene
una ternura justificada por unos personajes consistentes y una
progresión sentimental creíble.
Lizzie
Villkatt
PUNTUACIÓN:
7'5
UNAS
CITAS...
-Me
ha invitado a ser peor de lo que soy. Pero prefiero dar lo mejor de
mí.