sábado, 11 de agosto de 2012

ENTRE LUZ Y TINIEBLA




Puntuación:☆☆☆




SINOPSIS:

Alguien me estaba observando, es una sensación perturbadora cuando estás muerta. 
Pese a no sentir el papel entre los dedos, ni oler la tinta, ni saborear la punta de un lápiz, veía y olía el mundo con la misma claridad que los Vivos. Ellos, en cambio, no me veían como una sombra o un vapor flotante. Para los Vivos, era aire vacío. 
O eso pensaba...


OPINIÓN PERSONAL:

Con semejante sinopsis, en su día no pudo resistirme a él. Sí, en su día. Es un libro que compré hace años ya, y que me leí en aquel entonces. Pero tenía un grato recuerdo de él, y como me apetecía una buena lectura garantizada, decidí rememorarlo.

Os explico de qué va el asunto. La protagonista es Helen, un fantasma anclado en la Tierra con un infierno personal y muy temible pisándole los talones. No recuerda nada de su vida, ni tampoco el momento de su muerte; pero le persigue el pasado y constantemente le atrapan las sensaciones del momento en que se enfrentaba a la muerte. Asustada ante esos tormentos, Helen trata de escapar de él, y aprende a hacerlo: escogiendo anfitriones por los que velar. Es decir, ella se aferra a alguien vivo y lo acompaña en todo momento hasta el instante en que fallecen. Una vez ocurre esto, ella debe encontrar inmediatamente otro humano al que ser fiel o si no se verá devuelta a su infierno y el miedo y la angustia que éste le produce.

La narración se centra en el momento en que acompaña al señor Brown, que es profesor de literatura en un instituto americano. Todo marcha según la rutina: ella asiste a sus clases, se pasea por el aula sin que nadie pueda reparar en ella y mira por la ventana o escucha la voz de su anfitrión declamando literatura. Pero un día pasa algo extraordinario: unos ojos adolescentes están clavados en ella. Alguien puede verla.

Ese alguien se trata de James, un fantasma como ella que se ha adueñado de un cuerpo “vacío”, que no muerto. La diferencia está en que el alma de la persona a la que pertenece la carne por algún motivo ha abandonado su prisión, aunque no por ello el cuerpo deja de moverse, si bien como un autómata sin espíritu.

A partir de ese momento, James y Helen se conocerán y amarán. Sin embargo, se verán embargados por la frustración, ya que no pueden tocarse debido a la inconsistencia natural de Helen como Luz. Es por ello que se decidirán a apoderarse de otro cuerpo, el de una adolescente llamada Jenny.

Ambos fantasmas tendrán muchos obstáculos y luchas que librar. Para empezar está su propio pasado y la pesadilla de su último aliento. El miedo y la culpabilidad les impiden abrir la mente para recuperar cada detalle de esos fatídicos instantes. Sin embargo, ahora no estarán solos y se tendrán el uno al otro para apoyarse y acompañarse en la incertidumbre y el sufrimiento. Podrán compartir pensamientos e inquietudes, descargar el peso de sus existencias el uno en el otro con plena confianza, sabiendo que nadie en el mundo podría hacerles sentir tan en paz y reconfortados como ellos mismos. Es en ese aspecto una historia tierna y sincera, muy hermosa.

Aparte de esos impedimentos, también contarán con el entorno familiar de las vidas que han usurpado.

Billy Blake, de cuya identidad se ha apropiado James, es un adolescente que ya ha estado al borde de la muerte por voluntad propia, ya que tenía muchos problemas con las drogas. Vive en una humilde y desordenada casa solamente con su hermano Mitch, quien aunque no tiene los modos más adecuados, cuida de él a su manera y lo quiere y lo protege.

El hecho de que James tenga maneras muy distintas a Billy da pie a detalles graciosos, como el hecho de que tiene que abstenerse de ordenar su cuarto porque sino Mitch se asustaría porque el desorden rige el hábitat natural de los hermanos Blake (XD).

Jennifer Thompson, la alojadora de Helen, tiene un marco familiar en apariencia pacífico y ordenado. Sin embargo, padecerá muchos tormentos perteneciendo a esa familia. Para empezar están enfermizamente obsesionados con Dios y su devoción hacia él, lo que hace que los padres adopten un papel muy tirano y restrictivo, asfixiando la libertad de Jennifer y tratándola como a una autómata destinada a cumplir sus órdenes. Jennifer tiene una rutina preestablecida, y sus días siguen un patrón invariable, siempre conducida por la autoridad de sus padres y censurada por ellos. En este punto de la historia, la autora hace alarde de una opinión desfavorable de la religión y sus extremos, que se vislumbra muy bien en el día a día de Helen como Jennifer.

Es una novela bonita y atrapante, fácil de leer y con la que los jóvenes pueden reconocer en ella sus propios sentimientos; esas ganas de ser libre, de obedecer a nuestros deseos y aprender a imponerse cuando deciden que algo es importante para ellos. Eso además de identificarse con una forma intensa y adictiva de amar.

Le doy un 8.

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