Puntuación: ☆☆☆☆☆
Ésta es una novela que destaca
por su intensidad. Su título, “Cumbres Borrascosas” revela algo más que el
escenario inhospitalario de unos yermos páramos azotados por el caprichoso
temporal indómito. Pues previene también de la variabilidad y arrastre de los
fuertes sentimientos de los personajes que construyen la historia.
Pese a los numerosos personajes
que participan en la obra, el indiscutible protagonista es Heathcliff. La
narración tiene como núcleo sus propias emociones y el efecto que los
sentimientos y actos de los demás tienen en él, así como la manera en que él
encaja todos los golpes, que no son pocos.
Heathcliff nace de la nada; su
procedencia es un misterio sin resolver en toda la novela. Lo más triste de
todo es que no sé de qué clase de Infierno vendría, pero desde luego que las
circunstancias que lo acompañan durante toda su vida lo obligan a abandonar la
esperanza de alejarse de él para siempre.
La historia comienza
retratándonos una familia feliz instalada cómodamente en el condado de
Yorkshire, sujeta a una sociedad rural donde la distancia que marca la salvaje
naturaleza y los infatigables vientos y tormentas que agitan el lugar recluye a
sus habitantes, aislándolos en su parcela de tierra y limitando las relaciones sociales
a la propia familia. En esa situación el padre de familia deja unos días el
hogar para acudir a Liverpool por necesidad, pero regresará trayendo consigo a
Heathcliff, un pobre huérfano que la caridad del señor lo obliga a rescatar de las calles. Desde ese momento las
vidas tranquilas de los Earnshaw sufren un bruco cambio del que jamás se
recuperarán. Heathcliff entra en sus vidas con violencia, no porque sea un niño
problemático, sino porque a la familia le cuesta aceptar su incorporación a su
celoso seno, y de hecho jamás alcanza a pertenecer del todo a ellos. El señor
Earnshaw, su salvador, le prodiga atenciones y privilegios destacados, y da la
impresión de haber acogido a Heathcliff como su hijo preferido, suscitando así
el desprecio y el odio de su hijo legítimo Hindley hacia el huérfano. Catalina,
la pequeña integrante de los Earnshaw sin embargo pronto aparca sus recelos y
siendo niña como es, enseguida ve en él a un potencial compañero de juegos. No
tardan los dos en hacerse inseparables y en disfrutar de su compañía de un modo
íntimo e intenso, convirtiéndose en inseparables y acostumbrándose tanto a su
mutuo trato que ya nunca podrán desprenderse de la influencia que el otro tiene
en su felicidad. Sin embargo Heathcliff jamás se desprende del odio de Hindley,
que siempre está ahí, acechándolo con la idea de maltratarlo todo lo que le es
posible con el único obstáculo del sólido cariño que su padre le tiene. Sin
embargo el viejo Earnshaw no tarda mucho en abandonar al joven Heathcliff a su
suerte tras rendirse al reclamo de la muerte, y Hindley se ve totalmente en
libertad de golpear el cuerpo de Heathcliff, de atormentar su espíritu y minar
su autoestima, relegándolo a una posición social inferior a la de esclavo. Pero
Catalina y él encontrarán siempre el modo de estar juntos y de servirse de
apoyo a pesar de que Hindley luche por impedírselo.
Sin embargo, Catalina no es
ningún ángel. Está joven de belleza extraordinaria es una protagonista bastante
despreciable. Es una muchacha egoísta, caprichosa, obstinada, traviesa y algo
diabólica, e incluso en algún momento de la historia se ve afectada gravemente
por la frivolidad. Se podría decir que lo mejor que hizo en la vida fue haber
apoyado a Heathcliff y haberle sido sincera en sus afectos; sin embargo esa
buena obra la emplea para causar el máximo sufrimiento al máximo número de
personas; ella incluida. Su amor por Heathcliff jamás se extingue, pero sí su
valor para encarar las consecuencias nobles que le debe a ese sentimiento. Su
engreimiento y su orgullo la perjudicarán gravemente, pero lo peor es que no
solo le afecta a ella, sino que se llevará por delante con su egoísmo y su
frivolidad a más personas de las que ella podrá lograr imaginar. Y es que sus
actos tendrán eco incluso después de ella estar muerta.
Lo más exquisito de la novela
diría que son los personajes. Todos son complejos y todos son esclavos de
fuertes pasiones que los llevarán a los extremos. Y ninguno de ellos es solo
luz o solo oscuridad, todos están dominados por un exquisito contraste que
enriquece la trama y la evolución de la historia. Diría que es un buen retrato
del ser humano, mostrando abiertamente el Cielo y el Infierno que todos tenemos
en nuestro interior. Todos nacemos con ambos lugares ocupando un puesto equilibrado,
abarcando un terreno de iguales dimensiones. Pero entonces las vivencias y la
forma en que las digerimos hacen que una tierra vaya devorando a la otra, hasta
que por fin predomine una entre las dos.
La mayoría de los personajes
tienen en su corazón más Infierno que Cielo, y en muchos casos, como el de
Heathcliff o Hareton (hijo de Hindley) tienen
justificación para ello. ¿Cómo encontrar ánimos cuando lo único que
conoces es el desprecio desde muy niño? ¿Cómo sobrevivir al rechazo tan cruel
de la única persona que te ha querido o que debería quererte? ¿Cómo no
convertirse la venganza como un motor de vida en tan hostil ambiente?
El amor, el odio, la venganza y
el sufrimiento son los ingredientes principales de esta célebre obra. Y por sus
componentes adivinaréis que es un melodrama en toda regla. Pero, al menos para
mí, es una tragedia apasionante y a pesar de todos los dolores y los desdenes
que se respiran en toda la obra, incluso el cuento más oscuro es capaz de tener
un final feliz.
Como ya he dicho, el atractivo
principal de la novela lo constituye el carácter de los personajes, así que voy
a hablaros un poco de los que más me han impactado. A Catalina ya la he
descrito, ahora procederé con Heathcliff, el personaje más fascinante y
poderoso sin lugar a dudas.
Heathcliff es, al fin y al cabo, un
producto de sus experiencias. Desconocemos las circunstancias de su nacimiento,
pero atinamos a saber que no fueron propicias a la familiaridad y el calor, ya
que fue hallado solo en las calles. Así pues, creo poder afirmar sin temor a
equivocarme que Heathcliff no ha conocido nunca bondad ni felicidad. Su única
fuente de dicha fue Catalina, su compañera de juegos y más tarde su gran amor. Imaginaréis
entonces lo mucho que dependía de ella. Su mundo era reducido y además de ello lúgubre,
sometido a las bajezas que le hacía padecer su hermanastro y teniendo que
sobrevivir a ello sin poder escapar. Pero es que además tampoco sentía
inclinaciones a escapar. Desde niño ese era el único lugar que le habían
enseñado, y si no se sentía pertenecer a él, si sentía pertenecer a Catalina.
En el mismo Infierno donde padecía condena saboreaba también el cariño que
siempre le había faltado. Sin embargo Catalina no sanó su alma, y en cambió la
contaminó de más odio y oscuridad con su manera de proceder. Fue a la vez su salvación
y su condena irremediable. Así de cruel fue el destino de Heathcliff. Llega un
momento en el que Catalina se avergüenza de su incultura, ya que sometido a
duros trabajos físicos le habían vedado por completo la educación y nadie se
molesto en remediar eso. Por tanto, la mente de Catalina siguió evolucionando,
siguió madurando y consolidándose, y de pronto ambos estaban en un nivel tan
distinto que se evidenciaba en su trato. No obstante, no por ello dejaron de
quererse; sus almas se habían unido ya desde que fueran niños. Aunque la mente
de Catalina buscaba estímulos que Heathcliff no podía otorgarle, y fue por ello
que los buscó fuera de él y terminó por traicionar a su corazón en pos de su
enferma ambición. Pero tal y como he dicho, Catalina y Heathcliff tenían un vínculo
poderoso e irrompible, y no fue tan fácil sobrellevar una separación. Imaginaos
pues a Heathcliff, menospreciado y traicionado, sin más motivos para vivir que
su despecho, su dolor y sus planes de venganza. Imaginaos cuando la esperanza
de felicidad se extingue para siempre y lo más próximo al bienestar es el crear
los más retorcidos padecimientos a aquellos que te causaron sufrimiento. Cuán
importante es la esperanza, creedme. Heathcliff podría haberse salvado de
convertirse en un demonio tan ruin e inhumano, -difícilmente, sí, pero era
posible- de no ser porque toda luz de esperanza se extinguió. Ya no le quedaba
nada por lo que intentar desechar el pasado y convertirse en alguien nuevo. Ya no
tenía razones para ese tipo de lucha. Era preso de su pasado y esclavo de un
futuro fatídico. Qué compasión y terneza me inspiran Heathcliff. En la obra es
el villano por excelencia, pero para mí no es sino una víctima despechada.
Luego está uno de los más
acérrimos enemigos de Heathcliff, Eduardo Linton, hacia quien extenderá todo su
odio por haberse interpuesto en su historia de amor con Catalina. De nada le
servirá el que Catalina quiera a su esposo para frenar su ira contra él. El
amor de Heathcliff hacia Catalina es insano, salvaje e invariable, y la única
manera que entiende de amarla es la posesión de su cuerpo y alma.
De ese modo, el buen muchacho
Eduardo se verá como objetivo principal de un odio que su carácter afable,
pacífico y generoso jamás podría haber podido suscitar por sí solo. Y le
costará a Eduardo muy cara su enemistad con Heathcliff, ya que él querrá echar
mano tanto de sus propiedades materiales y riquezas como de su adorada hija
Cati. De ese modo la vida de Eduardo se ensombrecerá para siempre y no podrá ya
aspirar a un futuro dichoso y feliz con el amor de su familia.
Linton, el hijo de Heathcliff, es
sin duda el personaje que más aborrezco de la obra. Consigue inspirarme hasta asco
este muchacho egoísta hasta el punto de apoyar la injusticia y el maltrato
hacia otros a fin de evitar que sea él el perjudicado. Es una bestia. Un inhumano.
No tiene principios. Para él todo se resume a que lo malo le salpique lo menos posible.
No existe el bien o el mal, solo su propio bien, y no le importa cuántos
infelices hayan de padecer para ello. No tiene valentía ni buenos sentimientos
hacia nadie que no sea él mismo. Es caprichoso, ingrato y superficial, y se
cree superior al resto del mundo, burlándose sin compasión de aquello que le prestan
ayuda. Es ademán buen chantajista emocional, y bastante convincente, aunque no
para mí que no hacía más que desear meterme en el libro para sacudirlo hasta
matarlo. No quería yo no arrancarle los ojos y gritarle después que se
atreviera a llorar al muy imbécil. Sí, tal grado de desprecio me llegó a
suscitar.
Hareton es un personaje que me
gusta mucho. Su historia es completamente conmovedora. Nació en circunstancias adversas,
sin una madre para cuidarlo y un padre incapacitado para encargarse de él,
siempre en brazos de criados que tenían la caridad de atenderlo, ya que nadie
se había preocupado por garantizar su supervivencia. Así pues, la educación fue
un privilegio inalcanzable para él. Nadie se preocupó de su futuro, su padre el
que menos, que además maltrataba al chiquillo sin encontrar nunca una pizca de
consideración que darle por simple paternidad. De ese modo Hareton creció
primero temiendo a su padre y después odiándolo profundamente. Y encontró en
Heathcliff un aliado para vengarse de su padre, ya que éste apaleaba y
torturaba a Hindley tanto física como mentalmente. Sin embargo Heathcliff nunca
fue bueno con él. Era hijo de su enemigo y eso bastaba para querer arruinarle
la vida y desdeñarlo. De hecho, encontró la manera de atormentar al joven
dándole el mismo estatus de esclavo que Hindley le diera a él en sus días, convirtiéndolo
en una réplica de lo que él fuera de joven: huraño, bruto, arisco y terriblemente
inculto. Sin embargo la materia prima de Hareton es muy prometedora: es un chico
espabilado y despierto con grandes aptitudes mentales, una salud de hierro, un
cuerpo vigoroso y una fortaleza emocional admirable. Por ello no está todo perdido
y si alguien sabe cómo lograr que deje conducirse podría llegar a ser un joven
excelente y desintoxicarse de todo aquel ambiente de odio y violencia en el que
fue engendrado.
Mencionar también a Cati, la hija
de Eduardo Linton y Catalina Linton. Es ella una muchacha educada y dulce,
crecida en un ambiente cálido y cariñoso que le ha reportado muchas alegrías.
Sin embargo su apellido Linton no le permitirá llevar una vida cómoda y
tranquila, pues las sombras de “Cumbres Borrascosas” la acechan y no consentirán
en dejarla vivir feliz. Sin embargo es una chica fuerte y obstinada. La verdad
que en muchas ocasiones me saca de quicio porque su bondadoso corazón la mete
en situaciones que poco a poco van atrapándola en la telaraña de planes de
venganza. Y no es algo impredecible, la verdad. Tiene avisos que le llegan de
boca de los que la quieren y que ella puede atisbar por sus mismos ojos. Sin
embargo es cabezona y sensible, y esas cualidades le costarán caro. No hay que
dejar de lado tampoco el detalle de su juventud y la vida sobreprotegida que ha
llevado y que le hacen tener demasiada buena fe en la bondad de los propósitos
ajenos y la convierten en una víctima realmente fácil de manipular.
Por último le dedico unas líneas
a Elena Dean, una de las narradoras de la historia junto con el señor Lockwood.
Esta obra es peculiar incluso a la hora de designar narrador, ya que estos dos personajes,
ajenos completamente a las familias de la historia, son los que se reparten el
rol de narrador. Elena es una criada que ha estado presente en la mayor parte
de la vida de todos los personajes. Ella misma tenía la edad de Catalina
Earnshaw y andaba muy cerca de alcanzar a Heathcliff, y siguió de cerca la
relación que comenzara desde su infancia hasta la muerte. Pero Elena no es una
simple criada, es para muchos personajes una persona cercana, alguien cuya
importancia en sus vidas llega a ser trascendente. Es muchas veces un pilar en
el que apoyarse y confidente de secretos y pesares. Es además una mujer
observadora, inteligente y voluntariosa, y nos narrará de una manera subjetiva
el relato, salpicándolo con sus impresiones y sus opiniones y enriqueciendo el
impacto que las narraciones deberían tener en nosotros. Es una mujer leal que
ha sido amiga de muchos personajes, comprende a todos y es muy protectora con los
más vulnerables, por quienes lucha para defenderlos; pero no serán suficiente
su valentía y determinación. Tiene sin embargo muy buenos sentimientos hacia
todos, podría decirse, ya que aunque a veces deba contrariarse ante los actos
de algunos siempre compadece a todos.
Por último, reiterar lo
encandilada que me tiene esta novela. No sabría decir si es una novela de amor,
ya que el “amor” está tan contaminado de traiciones y odios y es siempre tan
posesivo que parece una palabra demasiado pura y bonita para definir las
descarnadas y contaminadas pasiones que narran sus páginas. Digamos pues que es
un relato sobre sentimientos, sobre cicatrices del alma y dolores que no cesan
sino ante la paz de la muerte.
Es sin duda una novela intensa
que despierta angustia, pesares, tristeza, desesperación, y también ternura; unas
fuertes emociones que resultan más efectivas que subirse a una montaña rusa.
Y para terminar alabar la narrativa,
tan directa y dramáticamente poética, con las exquisitas descripciones del
paisaje riguroso y áspero de las cumbres, siempre siendo víctima de tinieblas y
brumas, de tormentas y ráfagas que hielan los huesos y enfrían los corazones; con
la manera de definir la psicología de
los personajes con frases y diálogos que rozan el lirismo. Una novela repleta
de pasajes inolvidables por su gran carga emocional. Aún me revolotean en la
mente frases e incluso párrafos enteros, tan tristes como bellos.
Un 10.
LIZZIE VILLKATT
No hay comentarios:
Publicar un comentario