Puntuación:☆☆☆☆
Ésta
ha sido una de mis últimas lecturas; un libro contemporáneo que sucede en los
márgenes de la glamorosa vida neoyorquina. Sin embargo, por mucho que trate un
estilo de vida que me resulta muy ajeno, algo que pretende ser una descripción
del día a día que no se corresponde (ni por asomo) con mi forma de vida, tengo
que decir que no resulta demasiado lejano. Ante todo es una novela de
sentimientos, de cambios que nos suceden, de evolución a nivel personal, y eso
es algo que experimenta todo el mundo, tenga el entorno que tenga.
Antes
de empezar a exponer mi opinión, os concreto la sinopsis: Darcy y Rachel han
sido amigas desde la infancia. Siempre han estado juntas, se han apoyado mutuamente
y han experimentado casi a la vez todos los grandes sucesos de sus vidas. Las
dos son absolutamente conocedoras de todos y cada uno de los detalles de sus
vidas. Puede decirse que jamás han tenido secretos entre ellas y que nunca han
dejado de interesarse la una por la otra y de tenerse por personas importantes
en sus vidas, actuando siempre en correspondencia a una gran estima que se
tienen y que parece inquebrantable.
Sin
embargo, la relación no es tan transparente y bonita como ambas se empeñan en
creer. Ambas son personas totalmente distintas y si sus caracteres no chocan de
manera brutal y su relación consigue permanecer resplandeciente es porque ambas
adoptan roles que la hacen funcionar: mientras Darcy es la triunfadora
egocéntrica y guapa que siempre necesita de los demás, Rachel es la incesante
trabajadora y voz de la razón que siempre está dispuesta a acudir en su
rescate.
Darcy
es vanidosa, competitiva y alocada. Su belleza la ha hecho engreída y le ha
brindado una atención de la que hoy en día se alimenta. Siempre consigue
relacionar todo lo que sucede a su alrededor con ella, siendo incapaz de ver el
mundo sino es a través de sus emociones y padecimientos. Necesita traducir todo
lo que le rodea de modo que signifique algo para ella. Es así de egocéntrica.
Por ello siempre dará prioridad a sus alegrías y sus penas, y su visión de sus
padecimientos consta en que TODO EL MUNDO debe esforzarse por consolarla y
complacerla. Darcy además puede decirse que apenas se ha esforzado por nada en
su vida. Es una de esas personas que confían en que la suerte encajará todas
las piezas de su vida del modo más idóneo, y es tan afortunada que la suerte
obra como ella confía en que lo haga. Por tanto, Darcy es hermosa, tiene un
trabajo que consiste en cultivar relaciones y estar guapa a cambio de un
salario escandalosamente caro y encima tiene a una legión de hombre suspirando
por ella. Sin embargo ella está comprometida con Dexter, y el libro se centra
en esa época de preparativos de boda, donde la determinación de un montón de
personajes hacia esa decisión nupcial se tambalea.
Rachel
por el contrario es una joven tranquila y muy dada a los demás. Pese a su
manera de ser adora a Darcy y siempre está dispuesta a hacer todo lo que puede
para consolar a su amiga y restablecerla en su felicidad. Incluso aunque eso
signifique anteponer las necesidades de su amiga a las suyas propias. Esa
actitud que ella cree que es la más acertada en honor a su gran amistad con
Darcy hacen que Darcy no la valoré como se merece. Cierto es que la quiere,
pero da por sentado que Rachel tiene que sacrificarse por ella, ya que es eso
lo que ha recibido de ella y cualquier desviación de esa rutina ya le parece
una falta gravísima hacia su antigua amistad.
Rachel
siempre ha adoptado una actitud pasiva en su vida. Las únicas veces en las que
ha luchado ha sido por terminar la carrera de derecho, por establecerse en su
actual empleo, que aunque odia, le reporta el dinero que necesita para vivir.
Pero cuando se trata de forzar a la vida a sonreírla, cuando se trata de
batallar por su felicidad, siempre ha esperado pasivamente que viniera por sí
sola. Es demasiado conformista y la infelicidad la persigue por ello.
Sin
embargo una noche, la noche de su cumpleaños, la correcta, buena y tranquila de
Rachel se acostará con el prometido de su mejor amiga.
Este
hecho será una gran revelación para Rachel. Porque por encima de la culpa
sentirá deseo. Y no solamente deseo por Dexter, sino también deseo por
liberarse de las ataduras que se ha autoimpuesto durante tantos años, por
identificar aquello que le hace feliz y aprender a disfrutar de ello más allá
de la conveniencia de los demás.
Dexter
y Rachel encontraran en esa única noche motivos para multiplicar esos
encuentros, ya que significa para ellos algo más allá de la mera pasión y de su
estima hacia Darcy.
Antes
de que Dexter conociera a Darcy y se hicieran novios, Rachel era amiga de él y
se sentaban juntos en la facultad de derecho. Pero Rachel era pasiva y tenía
muy poca confianza en sí misma, así que por muchas emociones que le provocara
en aquel entonces, jamás se atrevió a expresarlo ni a soñar con lo que deseaba.
Y
aunque jamás había pasado nada romántico entre ellos, de alguna manera ambos se
habían continuado preguntando por el sabor de un beso entre ellos, que luego
resulta ser demasiado adictivo como para no dar prioridad a lo que ambos
sienten en los momentos en que están juntos sobre todo lo demás, como la
inminente boda o el daño que provocan a Darcy con cada encuentro, aunque ella
no sea consciente.
Rachel,
la protagonista principal y narradora, nos hará partícipe de las reflexiones
que la obligaran a hacer la difícil situación en la que se verá, entre medio de
su amistad con Darcy y su amor por Dexter.
Será
una forma de actuar para ella totalmente ajena y desconocida. Por una vez en su
vida la razón queda relegada a un segundo plano frente a los sentimientos. Y al
principio se atreve a vivir aquella aventura porque está a la sombra, porque no
es algo con promesas de futuro. De alguna manera se siente protegida de las
decepciones venideras porque realmente no puede tener consecuencias. Pero los
sentimientos de ambos van ganando fuerza y terreno y entonces encontrara esa
voz, esa fuerza que ha estado inactiva siempre antes en su interior, y querrá
exigir a voz en grito luchar por su felicidad. Encontrará la manera de
conciliar sus deseos y su coraje, y por fin aprenderá a darse la importancia
que merece, a ser consciente de que complacerse a sí mismo es más importante
que encajar tu vida y decisiones según la felicidad ajena. Por fin aprenderá a
valorarse.
Y
también pensará mucho en su amistad con Darcy. Verá toda aquella relación desde
una perspectiva muy diferente, considerando parámetros que han permanecido
ocultos hasta ese momento. Y se dará cuenta de que aunque la quiere, sus
caracteres se conducen por caminos opuestos y que además predomina una
competencia insana entre ellas. En el ámbito de la amistad aquellas jugarretas
que se hicieran con el único propósito de estar por encima de la otra se
limaban y se les restaba importancia; pero cobran una nueva importancia cuando Rachel
cae en la cuenta de que Darcy siempre ha sentido la necesidad de ser superior a
ella y que realmente no la valoraba lo suficiente como para sentir simplemente felicidad
sincera por sus logros; en cambio necesitaba demostrarse a sí misma que también
podía alcanzar la misma clase de felicidad, aunque para ello tuviera que
eclipsar a Rachel.
Mi
conclusión es que el libro es interesante, sembrado de muy buenas reflexiones y
con un atractivo especial. La historia en sí es predecible, y muy lenta, y no
suceden grandes acontecimientos o sorpresas. La novela te mantiene en
regularidad emocional. Aún y todo, mi nota para ella es alta, porque la
construcción de los personajes, en especial de Rachel, ha sido muy interesante
y su evolución ha sido lenta y creíble. Y además, predica la necesidad de
valorarse y escoger tus batallas, que es algo realmente emocionante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario